El sabio Aimé Bonpland llego el 16 de julio de 1799 en compañía de Alejandro Humboldt al puerto de la ciudad de Cumaná, para ese entonces capital de la provincia de Nueva Andalucía, en la Capitanía General de Venezuela. En el libro Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente, se lee “El 16 de julio de 1799 al despuntar el día vimos una costa verdegueante y de un aspecto pintoresco, eran las montañas de la Nueva Andalucía, semiveladas por los vapores que limitaban el horizonte por el sur. Entre grupos de cocoteros aparecía la ciudad de Cumaná con su fuerte. Fondeamos en el puerto a eso de las 9 de la mañana, a los cuarentiun días de nuestra partida de la Coruña. Los enfermos subieron como pudieron al puente para gozar de la vista de una tierra que debía poner término a sus sufrimientos…”

Bonpland cumplió sus 26 años en Cumaná, el 28 de agosto de 1773. Es fácil imaginarlo ese día apenas comenzaba a esconderse el sol, sentado en una silla en el rio Manzanares junto a su inseparable amigo Humboldt y muchos otros contertulios cumaneses de la época, con una maravillosa luna llena en el firmamento y saboreando un refrescante jugo de tamarindo para luego dirigirse a casa del capitán Vicente Emparan, Gobernador de la Provincia de Nueva Andalucía, quien probablemente lo había invitado a celebrar su cumpleaños junto a los nobles de esa ciudad en tan importante fecha.

Bonpland y Humboldt estuvieron durante 16 meses en territorio venezolano, desde el 16 de julio de 1799 al 24 de noviembre de 1800, cuando parten desde el puerto de Nueva Barcelona (hoy Barcelona) a la Habana – Cuba. En Cumaná fijaron residencia por espacio de casi siete meses. La primera estancia fue desde el 16 de julio hasta el 18 de noviembre de 1799, saliendo ese mismo día las ocho de la tarde hacia el puerto de la Guaira y la segunda estancia desde el 26 de agosto al 16 de noviembre de 1800. Por tanto, Bonpland también celebro sus 27 años en Cumaná.

Todo apunta a que ambos fueron felices en la conocida como “Primogénita del Continente Americano”. En carta con fecha 16 de julio de 1799, es decir el mismo día que arribaron a Cumaná y dirigida a Guillermo Humboldt, filólogo, científico y hermano de Alejandro Humboldt este le escribe “Hasta ahora nos hemos paseado como locos en los tres primeros días, no pudimos decidir nada, porque se rechaza un tema para interesarse por otro. Bonpland asegura que se volverá loco si no terminan pronto de aparecer las maravillas…”

Bonpland a pesar de las adversidades que le genero el tremendo esfuerzo de recorrer parte del territorio venezolano en condiciones que a veces lo llevaron a encontrarse muy cerca de la muerte, mantuvo una actitud valiente, noble y de un trabajo consecuente que tuvo como resultado describir junto a Humboldt más de 1200 especies “raras y nuevas” durante su periplo por tierras venezolanas. En carta con fecha 14 de diciembre de 1799 escrita desde Caracas a Jerome Lalande, astrónomo francés, Humboldt expresa lo siguiente “El ciudadano Bonpland, alumno del Museo Nacional, muy versado en la botánica, la anatomía comparada y otras ramas de la historia natural me secunda con sus luces con un celo infatigable. Hemos secado más de 1600 plantas y descrito más de 500…”

Desde Cumaná, Humboldt escribe muchas de sus cartas, en esos 7 meses que residen en esa ciudad, a sus amigos y colaboradores europeos, en donde expresa su profundo respeto y admiración por Bonpland. Antes de partir a la Habana donde inicialmente tenían que llegar de no presentarse la epidemia a bordo de la fragata Pizarro, que los obligo felizmente a remontar el Orinoco y realizar  esa deslumbrante Carta Itinerario que llamaron Curso del Orinoco, el Atabapo, el Casiquiare y el Rio Negro y su ofrecimiento de la bifurcación del Orinoco y su comunicación con la del Rio Amazonas. 

Humboldt escribe a su hermano Guillermo un 17 de octubre de 1800, en una de sus cartas más emotivas vinculada a su larga estancia en Venezuela y en donde confiesa su mayor agradecimiento al sabio“…Mi amigo Bonpland ha sufrido mucho más que yo las consecuencias de las excursiones. Después de nuestra llegada a la Guayana tuvo vómitos y una fiebre que me hicieron temer por él. Probablemente haya sido la consecuencia de una alimentación a la cual desde hace tiempo nos habíamos desacostumbrados. Como viera que no se mejoraba en la ciudad lo llevé a la casa de campo de mi amigo el doctor Félix Farreras a cuatro millas del Orinoco, en un valle algo más alto y bastante fresco. En este clima tropical no hay remedio más expeditivo que el cambio de aire; así en pocos días se restableció la salud de mi amigo. No podría decirte lo inquieto que estuve durante su enfermedad: Jamás he encontrado un amigo más fiel, activo y valeroso. Da pruebas de una resignación y un coraje asombroso en nuestros viajes, cuando estamos rodeados de peligros entre los indios o en los desiertos llenos de cocodrilos, de serpientes y de tigres. Nunca olvidaré los devotos cuidados con que me rodeo en ocasión de una tormenta que estalló sobre nuestras cabezas el 6 de abril de 1800 en medio del Orinoco. Dos tercios de nuestra piragua estaban llenos de agua; y los indios que iban con nosotros comenzaron a zambullirse para alcanzar la orilla a nado. Mi generoso amigo me rogó seguir su ejemplo y me permitió salvarme de ese modo”

Partieron de San Fernando de Apure un 31 de marzo de 1800 y después de recorrer 2200 kilómetros y navegar 75 días en barco, llegan un 13 de junio a Angostura (hoy Ciudad Bolívar). La escritora Andrea Wulf en su libro La Invención de la Naturaleza – El Nuevo Mundo de Alexander Von Humboldt escribe “… La naturaleza ofrecía estímulos más que suficientes. Y tenía a Bonpland como colega científico y amigo. En los meses anteriores se habían convertido en compañeros de viaje de probada confianza. La intuición de Humboldt al conocerle en Paris había acertado. El francés era un excelente botánico de campo al que no parecían preocupar las incomodidades de sus aventuras y que permanecería tranquilo incluso en las situaciones más adversas. Y sobre todo decía Humboldt. pasará lo que pasará, Bonpland siempre estaba alegre”

Uno de los momentos trágicos y quizás el único vivido por Bonpland en Cumaná fue el 27 de octubre de 1799. Bonpland se encontraba paseando con Humboldt por el muelle de Cumaná, cuando por sorpresa y con alevosía un hombre “del color de los zambos” le asesto un fuerte golpe en la cabeza con un garrote que lo dejo tirado en el suelo, pero aun así se pudo levantar y junto a Humboldt capturar a el zambo agresor. En el libro Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente relatan este incidente de la siguiente manera “…Poco falto para que un accidente funesto me obligase a renunciar al viaje al Orinoco, o por lo menos a aplazarlo por largo tiempo. El 27 de octubre, víspera del eclipse, fuimos como de costumbre a la orilla del golfo para tomar fresco y observar el instante de la pleamar, cuya altura en estos parajes solo es de 12 a 13 pulgadas…..Sentí andar detrás de mi , al volverme vi a un hombre de alta estatura del color de los Zambos y desnudo cintura arriba. Casi sobre mi cabeza tenia una macana, grueso garrote de madera de palmera , engrosado hacia la punta, en forma de maza. Evite el golpe saltando a la izquierda. El Sr. Bonpland que caminaba a mi derecha, fue menos feliz…”

Desde el Foro Humboldt & Bonpland de Venezuela y en el marco de los 250 años del nacimiento de Amado Bonpland en el 2023, queremos y  le vamos a rendir un gran homenaje, desde la ciudad en donde se inicio su gran aventura científica por el nuevo mundo. Conferencias, seminarios, jornadas, exposiciones, documentales y otros eventos permitirán a una importante audiencia acercarse a la vida del sabio Bonpland en Venezuela,  desde su llegada en julio de 1799 hasta su partida en noviembre de 1800..

Nota: Este articulo fue publicado en la Revista ADIMRA (Revista Virtual – Edición Extra) de la Asociación Civil de Directores de Museos de la Republica de Argentina en el marco de los 250 años del nacimiento de Amado Bonpland.

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